Duplicar los sustantivos en masculino y femenino para evitar el sexismo lingüístico lleva, en ocasiones, a situaciones agotadoras.
OPINIÓN- PEDRO ÁLVAREZ DE MIRANDA
En EL PAÍS del pasado 18 de enero se ha publicado un artículo escrito por una dirigente de un partido político. Se titula ¿Legalidad o atropello democrático? Una propuesta para Pedro Sánchez. No voy a entrar en absoluto a opinar sobre su contenido —sí, tan solo, sobre el continente lingüístico—, por lo que el nombre de quien lo firma es lo de menos.
Pertenecen a él las dos siguientes frases: “Si las ciudadanas y ciudadanos han expresado con su voto…” y “con la misma razón podría cederles un diputado o diputada socialista de ida y vuelta”. En cuanto a la versión, más extensa, aparecida en la edición electrónica del periódico, contenía un ejemplo más —de los que aquí nos interesan— para añadir a aquellos: “Página [web] que cualquier lector o lectora puede consultar”.
El fenómeno del desdoblamiento o duplicación de elementos lingüísticos (sustantivos, por lo común) en masculino y femenino, en aras de un igualitarismo “de género” o, lo que es lo mismo, en deseada evitación del llamado sexismo lingüístico, es algo bien conocido, ha sido y es muy comentado —aquello de “los vascos y las vascas” que decía cierto lehendakari se ha hecho casi proverbial— y hasta denostado, bien que con escaso éxito.
En este artículo —que, por muy pedagógico que uno se ponga, tampoco servirá seguramente de nada— quería tan solo hacer ver a la autora de aquel, y a los amables lectores, que, en buena lógica, la duplicación solo tendría sentido si se llevara hasta sus últimas consecuencias, y se hiciera en todos los casos posibles: aquellos en que aparezca un masculino en tanto que “género no marcado”. Nada de quedarse a medias. Adelante, o todos o ninguno. Para ser plenamente coherente con su receta, la autora tendría que haber escrito:
- En vez de “los grandes perdedores del 20-D”, “los grandes perdedores y las grandes perdedoras del 20-D”.
- En vez de “culpabilizar a los demás de sus propios males”, “culpabilizar a los demás y a las demás de sus propios males”.
- En vez de “el Rey recibirá a los representantes…”, “el Rey recibirá a los representantes y las representantes” (¿por qué vamos a excluir del desdoble a los pobrecitos artículos?). En la versión en línea se leía “a las personas representantes”, ¿opción elegida, acaso, para “solucionar” un presunto problema?
- En vez de “no podrán formar grupo parlamentario separado los diputados que…”, “los diputados y las diputadas que…”.
- En vez de “tener más de un portavoz”, “tener más de un portavoz o una portavoz”.
- En vez de “no contraviene la norma aquel que no cumple lo que le es prohibido”, “no contraviene la norma aquel o aquella que…”.
- En vez de “a los señores que están diciendo esto”, “a los señores y las señoras que están diciendo esto”.
- En vez de “te presto un diputado y me lo devuelves”, “te presto un diputado o una diputada y me lo o la devuelves”.
- En vez de “solo así se entiende que el PSOE preste […] un diputado”, “… preste […] un diputado o una diputada”.
- En vez de “llegados a este punto…”, “llegados y llegadas a este punto…”.
- En vez de “por si tres diputados le resulta demasiado gravoso…”, “por si tres diputados o diputadas…”.
- En vez de “ceda usted un diputado”, “ceda usted un diputado o una diputada”.
¿Agotador? Sí, pero todo sea porque no nos afeen un machismo intolerable. Ya puestos, vayamos a por todas (… ¡y todos!).
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