lunes, 29 de febrero de 2016

JUZGAR UN LIBRO POR LA MORAL DE SU AUTOR ES EMPOBRECEDOR

Patricio Pron: “Juzgar una obra por la moral de su autor es empobrecedor”

 El argentino aborda la relación entre literatura y política en su nueva novela, ambientada en un congreso de escritores fascistas



Para no perder la costumbre, el escritor Patricio Pron ha publicado su nueva novela con otro largo título, No derrames tus lágrimas por nadie que viva en estas calles (Penguin Random House), a riesgo de que, como le cuentan sus amigos libreros, haya quien pregunte por obras ignotas, como No derrames tus lágrimas en la lluvia en los comienzos de la primavera, bromea. “Lo de averiguar el nombre es un juego para los lectores”, dice el autor argentino (Rosario, 1975). Tiene mucho de juego esta novela sobre un ficticio congreso de escritores e intelectuales fascistas que se celebra en Pinerolo, al suroeste de Turín, en abril de 1945, en los estertores de la II Guerra Mundial. “Entre los entretenimientos del libro, está la incertidumbre entre lo real y lo no real, porque cuento hechos ficticios y otros que no lo son, y parte de los personajes fueron reales y otros no”. 

 Pron cree que el debate sobre si en las novelas hay que dejar claro que lo que se narra es historia o historiado “es algo muy español, fuera de aquí no tiene tanta importancia”. El escritor de los relatos La vida interior de las plantas de interior (2013) vivió tres semanas en la zona de su inventado congreso, “lo que hizo que la novela fuera distinta, me influyó”. Aunque esa labor de documentación no siempre fuera fructífera: “Me gasté un dinero considerable en libros para saber qué se comía en aquella época de carestía en el norte de Italia… pero luego nadie come en mi novela”. 

 Con No derrames tus lágrimas… le interesaba a Pron abordar “la relación entre política y literatura y entender a escritores interesantes pero cuyas decisiones políticas están en las antípodas de las mías”. Para ello sitúa a sus personajes –italianos, alemanes, españoles…– en una esperpéntica asamblea que acaba tras su primera jornada por una misteriosa muerte. 30 años después de esos hechos, un joven perteneciente al grupo terrorista de las Brigadas Rojas los investiga. Ese hombre tuvo un padre partisano y tendrá un hijo okupa, lo que le permite a Pron reflexionar sobre “la violencia política y su legitimidad o carencia de ella… y de la transformación del arte en política y de la política en crimen a lo largo del siglo XX”. Más allá de ese pensamiento, le movió “la necesidad de advertir que hay que volver la vista sobre el pasado reciente para no repetirlo”.


En ese disparatado congreso tienen el protagonismo los futuristas. “Fue la primera vanguardia y su influencia se proyecta hasta hoy. Es el movimiento que estuvo más cerca de integrar arte y vida. Los futuristas y los fascistas se abrazaron porque eran pretendidamente revolucionarios y se oponían al pasado. Los futuristas eran, sin duda, increíblemente divertidos”, afirma.

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