miércoles, 3 de febrero de 2016

EL INCA GARCILASO REIVINDICA EL MESTIZAJE

Una muestra en la Biblioteca Nacional reúne la biblioteca del autor para conmemorar el cuarto centenario de su muerte.




A un lado América, al otro España, en medio el Inca Garcilaso de la Vega, nacido en Cuzco (Perú) en 1539, hijo de Isabel Chimpi Ocllo, una princesa inca, y del capitán español Sebastián Garcilaso de la Vega. En torno a la figura de este escritor, la Biblioteca Nacional ha inaugurado este jueves, La biblioteca del Inca Garcilaso de la Vega, una exposición en la que se muestra los libros que poseía el “primer peruano”, como le ha denominado su compatriota el nobel Mario Vargas Llosa en el catálogo de la muestra.

La pieza que vertebra la muestra es el inventario de bienes del Inca Garcilaso, es la que ha dado el guion a seguir. Se conserva en el Archivo Histórico Provincial de Córdoba, ciudad en la que murió el 23 de abril de 1616. Gracias a este documento se conocen los 188 libros que conservaba en su casa en el momento de su fallecimiento. Los libros que uno posee dicen mucho de cómo es esa persona, eso no ha variado en estos cuatro siglos. “Un intelectual tenía unos 50 libros”, comenta Esperanza López Parada, una de las comisarias de la exposición. Esta cantidad demuestra el calado intelectual de este humanista, que, además, amplía la idea eurocentrista del Renacimiento, ya que estaba impregnado por lo que llegaba de América, más allá de materias primas. Estaba orgulloso de su condición de mestizo.

Los volúmenes seleccionados son todos de los fondos de la Biblioteca Nacional. “No se hubiera podido recrear esta biblioteca y organizar esta exposición en otro sitio”, afirma López Parada. El Inca Garcilaso reunía todas las temáticas: tratados de urbanismos (el de Vitruvio, entre ellos); de botánica y biología peruana –como el ilustrado La historia natural de las Indias, 1520-; manuales para manejar la espada y para la cría de caballo –lo que indica que era una biblioteca que usaba y que no era solo para demostrar su poder intelectual-; libros de etnografía; diccionarios quechua-castellano, castellano-quechua; libros franceses, italianos, latinos –era políglota-. Es consciente del poder de la lengua como arma que abre el mundo y de la importancia de la figura del traductor como puente entre culturas. Es un mediador entre el Nuevo y el Viejo Mundo. Su conocimiento tanto del quechua como del castellano le otorga una importancia como historiador que pocos tenían. Es uno de los pilares de la crónica indígena.

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