miércoles, 24 de febrero de 2016

NIÑOS SIN NOMBRE

'Soles negros', la nueva novela de Ignacio del Valle, se adentra en la trama del robo de críos en España
 El escritor descubrió datos escalofriantes del ‘modus operandi’ del régimen franquista durante el proceso de documentación que aquí desvela





Hace unos años saltó la noticia de la monjita «que daba niños», sor María Gómez Valbuena. O mejor dicho, que robaba los bebés a mujeres que acababan de dar a luz y luego los vendía al mejor postor. La monjita trabajaba como asistente social en dos clínicas y había tejido toda una red de contactos y casas que dimanó en un negocio muy lucrativo, ya que en los años ochenta se llegaban a pagar hasta cien mil pesetas por cada uno de los recién nacidos. Este tráfico de niños pareció entonces el verdadero e insólito dragón, pero a la luz de los años que he pasado documentando la novela ‘Soles negros’, esto no era más que la punta de la cola del dragón. 

 Esta historia de terror comenzó realmente durante la Guerra Civil. Una buena época para las historias de miedo, por otra parte. A medida que los nacionales ganaban terreno, las cárceles se llenaban de madres y niños republicanos. En este contexto, el régimen dio prioridad a la educación de toda esa «masa desafecta» para transformarla en un pilar básico del futuro estado franquista, una sociedad vertical y disciplinada en cuyo vértice estaría el Caudillo. Un lavado de cerebro que tuvo al Auxilio Social como su principal herramienta y punta de lanza y a un ideólogo cuyo apellido seguramente les sonará por cuestiones folclóricas: el psiquiatra militar Antonio Vallejo-Nágera. El catedrático y director del sanatorio psiquiátrico de San José, en Ciempozuelos (Madrid), bebió directamente de las fuentes nacionalsocialistas acerca del concepto biológico de pureza racial y, en su momento, realizó estudios sobre prisioneros de guerra republicanos para identificar y aislar un hipotético y delirante ‘gen rojo’, lo que dio como resultado una bibliografía con títulos tan explícitos como ‘Eugenesia de la Hispanidad y regeneración de la raza’.

 De esta manera, nuestro psiquiatra estableció un corpus con la bendición del mismísimo Caudillo por el cual se decretaba la inferioridad mental y la perversidad genética de los republicanos, «la naturaleza psicosocial degenerativa de los rojos», lo que abrió inmediatamente la veda para un exterminio que si bien no alcanzó las dimensiones materiales del nacionalsocialismo –aquí se discuten interesantes teorías acerca del peso que tuvo el catolicismo para evitar la cristalización de una nueva Shoah–, sí pudo derivar en actuaciones genésicas de variada condición, entre ellas, la persecución, el aislamiento y la reeducación. Una vez establecido este ideario montaraz y, por lo tanto, la condición de enfermos, había que curar o eliminar.

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