sábado, 2 de abril de 2016

CAZAFANTASMAS DEL SIGLO XIX

Agencia Aspic, fantasmas y vampiros en el París victoriano

Yermo Ediciones publica el segundo tomo dedicado a los cazafantasmas del siglo XIX


El misterio, lo sobrenatural, son desde siempre parejas predilectas de baile de la época victoriana. Algunos de los mitos modernos, creados o potenciados por la literatura de finales del XIX y principios del XX y luego aumentados por el cine, la televisión y, por supuesto el cómic, han llevado a que aquellos años, en realidad menos románticos de lo que hubiera sido deseable, sigan siendo escenarios perfectos para historias repletas de sombreros de copa, vestidos majestuosos, la luz de las lámparas de parafina y veladas operísticas mientras, entre callejas borradas por la bruma, un asesino, puede que humano, tal vez no, desafíe con sus horribles actos a los mayores detectives de la Historia.

 En esos mundos, aunque en este caso no ya en las orillas del Támesis, sino en las del Sena, se desarrolla 'Aspic, detectives de lo desconocido', la serie que en marzo de 2010 inicia su andadura con 'La enana de los ectoplasmas' y, en febrero de 2011, con el 'El oro del vicio', ambos escritos por Thierry Gloris (24 de marzo de 1974, Franche-Comté, Francia) y dibujados por Jacques Lamontagne (12 de julio de 1961, Quebec, Canadá). Los dos álbumes, que contienen el primer ciclo de aventuras (editados por Yermo el año pasado agrupados en uno), presentan a sus protagonistas, Hugo Beyle, el libertino de cabello imposible poseedor de una fortuna y un increíble secreto y a la joven detective y médium Flora Vernet, deseosa de llevar adelante sus sueños en un mundo dominado por los hombres y pupila de un tal Auguste Dupin, la inmortal creación de Edgar Allan Poe en 'Los asesinatos de la calle Morgue' o 'La carta robada'. No será el brillante Dupin el único invitado sorpresa de 'Aspic'. 

 Luz en la oscuridad 

 Es preciso dejar claro, de nuevo, desde el primer momento, que el guión es de Gloris, escritor recordado sobre todo por 'Isabel, la loba de Francia'; fresco, brillante, ingenioso y aglutinador de la magia de los relatos victorianos ya mencionados gracias a un gran sentido del humor y a la capacidad vertebradora con que dispone elementos conocidos sobre otros nuevos para construir un París coherente y con un gran trasfondo de documentación histórica. Si a todo esto le añadimos los dibujos y el color de Lamontagne ('Los druidas'), absolutamente apabullantes en belleza, detalle, perfección técnica y equilibrio absoluto entre un estilo Disney y la más pura tradición franco-belga, cabe afirmar que el lector se encuentra ante un espectáculo total. 

 Dos años más tarde, en agosto de 2013, los autores publican 'Una de indios' y, también en agosto pero ya de 2015, 'El baile de los vampiros', cuarto álbum y cierre del segundo arco argumental, publicados ahora también por Yermo Ediciones en otro integral. El enfoque a lo sobrenatural se mantiene, así como la profundización en los personajes y en la fotografía de la época. Gloris y Lamontagne homenajean la película 'Freaks' (pero nada que ver con la forma brutal de aquella; aunque de trasfondo oscuro, Aspic es un cómic para todos los públicos presidido por el humor) para situar a los detectives en un circo donde iniciarán la búsqueda de un espectro perdido perteneciente al salvaje Oeste.

 Nosferatu

  La premisa permite, pues, dejar claro que la obra sigue los parámetros establecidos desde su inicio, con la irrupción en escena de otro de los grandes mitos creados por Bram Stoker y su 'Drácula'. Así, un individuo de aspecto inquietante conocerá a los detectives de la Agencia Aspic (juego de palabras entre áspid y Hugo, as de corazones y Flora, dama de picas): Su nombre, Max Schreck, el del actor que protagonizó la película de 1922, 'Nosferatu'.

 No pasa desapercibida, de nuevo, la presencia de Auguste Dupin, aunque en su momento los autores barajaron la posibilidad de, una vez lanzados sus protagonistas, apartar de las viñetas al veterano detective. Por fortuna no fue así, ya que el contrapunto argumental que ofrece el personaje de Allan Poe es delicioso. Jugar con personajes ajenos de la época victoriana, además, no es nuevo para Lamontagne, quien en 2012 y por tres años se embarcó con el dibujante serbio Sinisa Radovic (1 de enero de 1971) en la realización de 'Van Helsing contra Jack el destripador'. 

 Una diferencia notable con respecto al primer título tiene que ver con el color. En esta ocasión, y aunque desde luego en la línea trazada por el dibujante canadiense, su realización cae en los pinceles de Lorien Aureyre, que en 2006 se dio a conocer por 'Zappa & Tika'. Su talento, incuestionable, no alcanza al de Lamontagne, pero no perjudica en absoluto el resultado final.

 'Aspic, detectives de lo desconocido' es, pues, una obra en constante crecimiento. Gracias al lanzamiento de Yermo, el lector tiene ahora a su disposición todo el material publicado en Francia en una edición de calidad extraordinaria que permite disfrutar de los excelentes textos de Thierry Gloris y de los maravilloso dibujos de Jacques Lamontagne. El resultado, una obra de ritmo narrativo perfecto, preciso, que conduce la historia sin desmayo hasta el final y hacia el deseo de llenar la biblioteca de tomos dedicados a los investigadores de lo paranormal más divertidos de París.

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