martes, 26 de abril de 2016

FRANKENSTEIN REVIVE DE NUEVO

Paul McGuigan estrena la enésima adaptación del clásico de Mary Shelley


La enésima adaptación cinematográfica del clásico de Mary Shelley recicla muy libremente el mito de Frankenstein en una película de colegas (buddy movie) y de aventuras con toques de humor, según la propia descripción de su pareja coprotagonista, los británicos James McAvoy y Daniel Radcliffe. El actor escocés afianzado en Hollywood de la mano de la franquicia X-Men y el inolvidable intérprete de la saga de Harry Potter encarnan respectivamente al creador del monstruo y a su asistente en Víctor Frankenstein, que se estrena hoy con la principal ambición del entretenimiento.



“La gente recuerda al monstruo pero no tanto a su artífice”, subraya McAvoy sobre su personaje del científico Víctor Frankestein, cuyo apellido acabará bautizando a ese ser sobrenatural que ha creado a partir de secciones de un cuerpo inerte. Radcliffe le da la réplica en el papel de su cándido ayudante, Igor, que ejerce de narrador de una obsesión por crear vida después de la muerte. El director Paul McGuigan, también responsable de algunos episodios del éxito televisivo Sherlock, imprime el mismo desenfado de la serie a un filme que acaba transitando entre la parodia de Mel Brooks en El jovencito Frankenstein y el cine de terror, y que se sustenta en la química entre sus dos jóvenes estrellas. 

 “Lo pasamos muy bien en el rodaje y eso se transmite en la pantalla pero, además de la diversión y el entretenimiento, la película aborda el debate intelectual sobre la ciencia y los límites del progreso”, defiende Radcliffe durante la entrevista en Londres con el dúo protagonista. Su colega McAvoy recuerda la larga nómina de filmes que se han tomado “masivas licencias con la novela de Shelley, a la que no hay porqué preservar necesariamente un lugar de santa pureza”, y que en el caso de Victor Frankenstein relega al mismo monstruo a un plano secundario para centrarse en la relación entre el científico y ese Igor que ni siquiera figura en la obra original.

 La historia arranca en el entorno circense donde se ha criado Igor, un payaso tratado de forma infrahumana a causa de su deformidad física y a quien Victor Frankenstein rescata para transformarlo en un caballero victoriano y en fiel compañero. Radcliffe define a su personaje como “un hombre dulce y sincero que escapa de una existencia de abusos y acaba encontrando un propósito en la vida”, al lado de ese científico al que su coprotagonista considera “mitad genio, mitad sociópata, porque no soporta el hecho de que somos mortales”. Ambos serán objeto del acoso de un inspector de Scotland Yard (papel que asume Andrew Scott) mientras desarrollan los arriesgados experimentos que dan rienda suelta a la creciente locura del doctor Frankenstein. La trama, cuyo ágil montaje está trufado de escenas de acción, también reserva un espacio al romance entre Igor y una trapecista del circo interpretada por Jessica Brown Findley (conocida por el gran público gracias a la serie Downton Abbey).

 Los dos actores principales confirman unas agendas repletas de proyectos cinematográficos, en el caso de McAvoy la nueva entrega de X-Men (Apocalypse) y el thriller de suspense Split, que firma M. Night Shyamalan; y en el de Radcliffe, un thriller policiaco (Tokyo Vice), un drama de época (Brooklyn Bridge) y una comedia política (Young Americans). Ambos aseguran, sin embargo, que seguirán como hasta ahora buscando huecos para regresar al teatro donde, en palabras de Radcliffe, “tú tienes el control, sin editajes, a diferencia del cine”. Fue precisamente gracias a su estreno sobre las tablas, de la mano de la obra Equus, cuando el actor empezó a sacudirse de encima la sombra del niño mago que interpretara a lo largo de su niñez y adolescencia para la gran pantalla. Aunque él mismo puntualiza: “Todo el mundo espera que odie a Harry Potter, y no lo entiendo. Porque yo no estaría ahora aquí si no fuera por ese personaje, del que siempre me sentiré tremendamente orgulloso”.

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