lunes, 11 de abril de 2016

FALLECE ALAIN DECAUX, ESCRITOR Y ACADÉMICO FRANCÉS

Divulgó los grandes relatos históricos en sus recordados programas de radio y televisión


El escritor e historiador Alain Decaux, miembro de la Academia Francesa desde 1979, falleció el domingo a los 90 años, dejando atrás una larga trayectoria compuesta por más de 60 libros y centenares de programas de radio y televisión, con los que cumplió un objetivo estimable: acercar los grandes relatos históricos a un público masivo. Con sus gafas de pasta pasadas de moda, la elegancia vetusta de sus corbatas y un francés algo engolado, Decaux fue un personaje de otro tiempo, ese en que los eruditos se colocaban ante la cámara para impartir saber y sentar cátedra. Desde los cincuenta, sus programas de divulgación acercaron la historia a quienes no disponían de las herramientas para entenderla, de las fortalezas de los cátaros en el Languedoc a la creación del Klu Klux Klan, de la muerte de su admirado Victor Hugo al atentado contra Francisco Fernando de Austria. 

 Decaux nació en 1925 en Lille, hijo de un abogado y nieto de uno de los primeros maestros de la Tercera República, los llamados hussards noirs, repartidos por todo el territorio francés durante la creación de la escuela pública, gratuita, laica y obligatoria hasta los 11 años. El escritor solía contar que fue ese abuelo quien le transmitió ese gran relato nacional en el que los republicanos franceses creen a pies juntillas. Apasionado por las novelas históricas de Alexandre Dumas y las obras teatrales de Sacha Guitry desde pequeño, estudió Derecho por tradición familiar antes de inscribirse en la facultad de Historia de La Sorbona. Nunca obtuvo su diploma, pero salió de la universidad sabiendo lo que quería hacer durante el resto de su vida. En 1947 publicó su primer libro, Louis XVII retrouvé, dedicado al desconocido y novelesco destino del hijo de María Antonieta, repleto de teorías que no convencieron al mundo académico, que siempre trató a Descaux con cierto desdén. Tres años más tarde, la Academia Francesa premió su segundo ensayo histórico, Letizia, sobre la madre de Napoleón Bonaparte, a quien retrató como la única persona capaz de plantarle cara a su hijo.

 Ministro de Rocard 

 Hasta finales de los años ochenta, su rostro se convirtió en una presencia fija en la televisión francesa, a través de programas como Alain Decaux raconte, Alain Decaux face à l'histoire o Le dossier d'Alain Decaux, precedidos por una representación histórica con actores de prestigio. Si su nombre propio figuraba en todos los títulos es porque él constituía siempre el ingrediente fundamental. Con dicción perfecta, Decaux relataba anécdotas definitorias y se adentraba en la psicología de sus personajes, casi como si estuviera narrando una novela. En el fondo, para Decaux la historia no era más que un relato, tal vez el mayor de todos. Colaboró también con el director Robert Hussein en distintas películas y producciones teatrales, que le llevaron a guionizar las vidas de personajes como Jesucristo, Ben Hur o Charles de Gaulle. 

 “Alain Decaux tenía pasión por la historia, porque amaba Francia y porque quería que la República transmitiera a cada cual la comprensión del mundo”, expresó el presidente François Hollande en un comunicado, donde celebró que deseara “regalar al mayor número posible de personas el relato de la historia nacional” francesa. De hecho, Decaux también se dejó tentar por la política. 

 De cultura católica pero inclinaciones izquierdistas, aceptó formar parte del Gobierno del socialista Michel Rocard entre 1988 y 1991, cuando se convirtió en ministro de la Francofonía. Los sondeos de la época demuestran que, pese a sus medios reducidos y a su limitado radio de acción, Decaux fue uno de los ministros más populares del Ejecutivo.

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