miércoles, 9 de marzo de 2016

CERVANTES, INQUILINO DE LA BIBLIOTECA NACIONAL

La institución recorre la vida y la obra del escritor a través de 210 piezas y con tres ejes: el hombre, el personaje y el mito



Así como Saturno devoró a sus hijos, contaba ayer el filósofo Javier Gomá, "en el caso de Cervantes, el padre ha sido engullido por su criatura: don Quijote". Pero los 400 años de su muerte, más allá de ahondar en la huella sobre la literatura que aún hoy provoca su obra, sirven para seguir los rastros de una existencia intensa, nómada, tan serena como atrabiliaria, que, en su día, imitaba en gran medida al arte. Esa, entre otras cosas, es la intención de Miguel de Cervantes: de la vida al mito, la primera gran exposición que, a partir de hoy, ahonda en la Biblioteca Nacional en la figura del escritor. 

 Más inclinado a guiarse por los caminos de Erasmo de Rotterdam que a mostrarse comprensivo con el Santo Oficio, Miguel de Cervantes condensó en su obra un pensamiento que empujaba a explorar los límites de la libertad humana de manera civilizada. Conoció los tormentos que la Inquisición imponía, ya que su padre, cirujano, asistía a algunos de los sometidos a castigo cuando los amontonaban en celdas con las heridas a punto de supurar.

 Desde la partida de nacimiento, custodiada aún en el Ayuntamiento de Alcalá de Henares, donde vino al mundo un 29 de septiembre de 1547, al acta de defunción, donde consta el entierro en el convento de las Trinitarias de Madrid el 23 de abril de 1616, la muestra organizada entre la Biblioteca Nacional y Acción Cultural Española (ACE) constituye la primera gran exposición sobre el autor, a juicio de su comisario, José Manuel Lucía Megías: “Al recibir el encargo, me pregunté por qué y para qué merecería la pena organizar hoy una muestra sobre Cervantes. Además de para animar a su conocimiento y su lectura, para descubrir en sus libros ese ánimo por construir una sociedad más justa e igualitaria”.

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