Miles de estudiantes se enfrentan a la primera gran decisión de su vida: elegir una carrera
Dos orientadoras universitarias ofrecen pautas para facilitar a los jóvenes estudiantes una elección que puede condicionar su futuro
Miles de estudiantes vascos de segundo de Bachillerato se enfrentan estos días a su futuro. Por primera vez en su vida deberán tomar una trascendental decisión cuyas consecuencias les acompañarán durante toda su existencia. En el proceso estarán asesorados por su familia, profesores y orientadores, pero saben que llegará un momento en el que serán ellos quienes tengan que elegir qué quieren ser de mayores. Tendrán que optar entre una carrera universitaria u otra y, quizá, entre ser felices o no. Es el precio de una libertad que han ansiado durante toda su adolescencia y que ahora que está cerca parece más amenazadora que nunca.
«Lo normal a estas alturas es estar dudando entre dos o tres carreras», afirma Rosa Ortega, orientadora del Berritzegune Nagusia, la cabecera de los centros de apoyo a la formación e innovación educativa del Gobierno Vasco. «A medida que pasa el tiempo, se ponen más nerviosos y su familia también. Es un momento importante para todos», añade.
Para facilitar el tránsito de una vida a otra, Rosa Ortega y Rocío Argudo, directora del Salón de Orientación Universitaria Unitour, ofrecen en este reportaje una serie consejos para elegir bien y mejor.
Piensa dónde estarás. Lo primero que Rocío Argudo dice a los jóvenes que le piden consejo es que se imaginen a sí mismos dentro de diez años ejerciendo su vida laboral; que piensen dónde les gustaría estar y dónde no. «De esta forma se eliminan muchas carreras», asegura.
El primer paso para orientar al estudiante con dudas consiste en desbrozar la maleza de su camino. «Le preguntamos qué es lo que no le gusta, la carrera que seguro que no estudiará», explica Rocío Argudo. Es algo que resulta útil en un sistema universitario en el que la proliferación de titulaciones complica el proceso de elección, sobre todo en los estudios más técnicos. «No vale con decir que quiero una ingeniería porque hay muchas, ahora hay que afinar más. En vez de tener un primer año común, los grados son muy especializados y hay que elegir desde el principio, cuando lo ideal sería ir conociendo poco a poco las diferencias y especializarse después», afirma Rosa Ortega.
Conócete a ti mismo. Una alumna que acudió a una feria de orientación universitaria de la UPV/EHU se acercó al puesto de Trabajo Social para interesarse por los estudios. El orientador le hizo ver que podría terminar trabajando en una cárcel o en un centro conflictivo de acogida de menores y le advirtió de que es un trabajo duro para el que se necesita mucha vocación. Aquello bastó para que la joven desechara la idea.
«Ese es un buen orientador», dice Rocío Argudo. Es alguien que coloca a los estudiantes ante su propio reflejo y les obliga a responder a la pregunta de si creen de verdad que están preparados para la opción que sopesan elegir. «Hay que tener en cuenta la personalidad de los alumnos, sus puntos débiles y fuertes», explica la responsable de Unitour.
Se trata, indica Rosa Ortega, de ver «qué asignaturas se me dan bien, en qué soy bueno, qué me gusta hacer y de mirar hacia dentro para ver mi futuro». También hay que tener en cuenta, añade, «el esfuerzo que estoy dispuesto a hacer».
Vocación o salida profesional. Una vez que ya está claro lo que no queremos estudiar viene el momento de avanzar un poco más y comenzar a orientar nuestros pasos. Las listas de carreras con mayores tasas de empleo, como la que aparece en estas páginas, son un indicador pero no el único ni el más importante. Existe algo que se llama vocación.
Rocío Argudo recuerda la reunión que mantuvo con un alumno y sus padres, que se sentaron detrás del joven para que pudiera hablar con más libertad. «Cuando contó que le gustaba Bellas Artes, el padre empezó a indicarme con gestos que no, que le dijera que Bellas Artes no».
«Muchos elegirán la carrera con más salidas laborales, pero no nos podemos basar en eso», advierte Rocío Argudo, que sostiene que «hace diez años Arquitectura tenía muchas salidas» hasta que llegó la crisis y los que terminaron están en paro. «Nosotros siempre decimos que elijan por vocación porque si son buenos en sus estudios van a lograr trabajo», afirma la directora de Unitour.
Rosa Ortega no aconseja «jugar exclusivamente la baza de las salidas profesionales ni el dinero que podría reportar el futuro trabajo». «Es difícil predecir la situación del mercado laboral de aquí a unos años porque está cambiando rápidamente y surgen nuevas profesiones y desaparecen otras. Cuando terminen su formación inicial los actuales estudiantes se encontrarán con profesiones que ahora no existen».
¿Qué hacer entonces?Para la orientadora del berritzegune, «observar cómo está el mercado es un dato, pero si algo te gusta y se te da bien yo apostaría por eso porque si eres bueno en ese área seguro que encuentras el hueco que hay para ti». Eso sí, quien elija una carrera con escasa inserción laboral hará bien en completarla con otras actividades para ir enriqueciendo el currículum. «No hay que esperar a graduarse, hay que apuntarse a todo, a cursos de nuevas tecnologías, a idiomas, voluntariado, prácticas, intercambios..., hay que pensar en la inserción laboral mientras se estudia».
Carreras a la carta. En pocos años desaparecerán unas profesiones y nacerán otras, muchas de ellas creadas por alumnos que saben lo que quieren pero no cómo conseguirlo. «Un chico me dijo un día que quería ser representante de grupos de música y crear un estudio de grabación pero no sabía qué tenía que hacer. No quería estudiar comunicación audiovisual porque le parecía muy extensa y toda la parte de grabación de imagen no la iba a necesitar, por eso los orientadores le recomendaron que hiciese una FP de técnico de sonido y luego marketing». Lo que el joven trataba de hacer, afirma Rocío Argudo, era crear «un itinerario a la carta para construirse su propia carrera».
Es un camino que también pueden emprender los indecisos. «No hay que descartar empezar por una carrera generalista y descubrir lo que realmente quieres ser una vez comenzada la universidad», dice Rosa Ortega. «Elegir estudios generalistas y dejar la especialización para cuando se conoce el terreno puede ser una buena opción en este caso», añade.
A juicio de la orientadora, «la carrera ya no es tan determinante para nuestra salida laboral». El momento llegará después, cuando se tengan más claras las preferencias. «El máster -subraya Rocío Argudo- es lo más importante, lo que te va a especializar y determinará lo que vas a hacer». Y es también la herramienta que permitirá redirigir los pasos de quien descubra demasiado tarde que la carrera que ha cursado no era lo que pensaba.
Cambio de estudios. Elegir una carrera es un momento decisivo pero si la elección es errónea no es el fin del mundo. Las dos orientadoras insisten en que si un joven se da cuenta de que se ha equivocado y decide cambiar de estudios «no es ningún drama». Conviene acertar a la primera, pero incluso un traspiés puede ser beneficioso para el estudiante porque la experiencia le habrá enriquecido de alguna manera. «Eso sí, cuanto antes se cambie, mejor», aseguran. «Se trata de que los chavales sean felices. Si quieren cambiar, los padres tendrán que ceder», afirma Rocío Argudo.
Busca información. En muchas ocasiones el alumno cambia de carrera porque se da cuenta a mitad del curso de que las asignaturas que está estudiando no le interesan o son muy difíciles. Por eso es interesante buscar toda la información posible sobre los grados que nos llaman la atención. «Conviene que comiences a investigar sobre lo que te gusta», recomienda Rosa Ortega. «Es conveniente ver los planes de estudio de las carreras porque a veces van a la universidad con las ideas que han sacado de las series de televisión y ven que hay asignaturas que no les gusta, como matemáticas, por ejemplo».
Para evitar sorpresas es importante revisar los temarios y las asignaturas de las carreras elegidas. Y no viene nada mal acudir a ferias universitarias, hablar con estudiantes que están cursando el grado elegido o con profesionales que se han graduado y están en el mercado laboral. «Buscar información más allá de las webs de las universidades también es una buena estrategia. «Cuanta más información y más variada, mejor», dice Rosa Ortega.
Tampoco viene mal preocuparse por las cuestiones económicas y logísticas. Rocío Argudo recuerda que conviene «preguntar el precio de la matrícula y las becas de estudios». Y si se va a estudiar fuera, lo mejor para evitar agobios es empezar a mirar las posibilidades de alojamiento en la ciudad elegida.
El papel de los padres.Son incontables los alumnos de segundo de Bachillerato que no han dejado de contestar en los últimos meses con un 'todavía no' a las incesantes preguntas de padres y otros familiares. '¿Ya sabes lo que vas a hacer?' es la frase que acompaña a una generación de jóvenes que bastante tienen con responderse a sí mismos como para sacar de dudas a los demás.
Los padres tienen un papel relevante en la elección de los estudios pero al final son los jóvenes los que deben tomar la decisión, y esto es algo que no siempre se entiende en los hogares. «Tienen un papel muy importante porque saben cómo es su hijo», afirma Rocío Argudo. Pero eso no significa que deban de ser ellos quienes elijan. De hecho, ella prefiere atender por separado a estudiantes y padres para «que no se influyan» mutuamente. «Que cada uno vaya por su lado y si el chaval quiere elegir un grado que no tiene salida, que eso se lo diga una persona ajena con datos objetivos y sin que le dirija hacia otra carrera».
«La familia, profesorado y orientadores debe acompañar en el proceso, pero el protagonista es el estudiante, lo cual también supone asumir la responsabilidad de las decisiones que se toman». Rosa Ortega recuerda que «a veces las expectativas de los padres, de lo que querían haber hecho en su día», influye en los hijos. El resultado es que «empiezan carreras sin convicción pensando que es lo que se espera de ellos».
«Lo que tienen que hacer las familias -insiste la orientadora del berritzegune- es acompañar y facilitar», y el primer paso para ello es «escuchar los intereses de los jóvenes». «Los padres pueden dar a sus hijos pistas sobre lo que hacen bien más que incidir en los aspectos en los que no son buenos». Y ya que conocen a sus hijos, también pueden saber «cuánto esfuerzo están dispuestos a hacer en sus estudios, porque a veces son carreras de fondo», añade Rosa Ortega.
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